lunes, 24 de octubre de 2011

Silencio

La Universidad últimamente se ha caracterizado por el silencio de sus aulas, el encierro bajo llaves de las puertas de acceso a las autoridades y la ausencia de los alumnos. Con el tiempo hemos visto que la violencia verbal ha dado paso a la mutua des calificación, a la señales de intransigencia y a la incapacidad de expresarse sin amenazar.

Los estudiantes insuflados con el mito del héroe, rompen los esquemas de tranquilidad subjetiva, las convenciones vacías, llenan las paredes con su clamor por la justicia, la equidad, la calidad y el respeto por los valores por ellos preciados; nosotros, sus profesores, observamos desde la distancia, desde nuestro pedestal inflado por el ego intelectual: pocos intervienen, y si lo hacen, se expresan desde la comodidad de su posición ajena.

Las autoridades, con poca comprensión del fenómeno, llenan la Universidad de vigilancia, limpian las paredes de pancartas, esconden la ausencia de dialogo con la soberbia de la razón.

El país, parece agitarse con fuerza, el desorden parece aumentar, los alcances del movimiento social no son claros, ¿estamos frente a un cambio social profundo?, ¿logramos entender la magnitud del clamor?, se rompe el equilibrio y se recurre a la “mano dura”.

Es necesario comprender, escuchar, ser firme y correcto. La honestidad y la paz están amenazadas. Parece sin embargo, que este no es el camino a seguir, pues no hay interlocutores para ello.