domingo, 27 de marzo de 2011

conflicto o dialogo

Después de reflexionar unos días, después de conversar con diversos colegas amigos y otros no tanto, tengo la sensación que es necesario revisar con calma, desde la distancia, sin contaminarse con los diversos sentimientos que han surgido en el seno del Claustro, las acciones y decisiones tomadas.
Una micro sociedad como la nuestra, siempre estará sujeta a los vaivenes de los sentimientos, aun cuando digamos que tomamos decisiones basadas en el intelecto y la lógica, nos olvidamos que siendo todos personas altamente inteligentes, por lo general estamos sujetos a lo que nuestro sentimientos nos impulsen.
Una organización en crisis, una organización dividida, rota, escindida, no crece, no prospera, no se potencia. Los valores desaparecen y aumenta la desconfianza, la capacidad de alcanzar grandes metas se rompe y aparece el juego de la individualidad, el egoísmo, la incapacidad de olvidar para crecer.
Es bueno tener opinión, ¿no es así? Si no tenemos opinión acerca de los temas importantes o relevantes, creemos que seremos vistos como personas débiles. Si no nos levantamos y luchamos por el derecho de nuestra opinión, seremos acusados de ser suaves, conciliatorios, sin convicción o coraje. Por ello, algunos siempre tienen opinión acerca de todos los temas posibles. Transforman su vida en un eterno combate por tener la razón; casi todos los conflictos tienen como origen, como raíz, las diferencias de opinión, el choque de creencias, emociones y acciones, que son seguidos por violencia sobre uno mismo y luego sobre los demás.
Esta conciencia nos lleva a decir: “debo ser firme y mantener mi posición”, o “debo ser fuerte y llegar hasta las últimas consecuencias”. Como una forma de evitar pensar: “no tenemos el valor o la paciencia para transformar un conflicto o discusión en un dialogo”.
El primer principio del dialogo es intentar sinceramente de comprender al otro antes de intentar que el otro nos entienda. Se requiere mucho valor tener un punto de vista y a la vez estar verdaderamente interesado en los otros puntos de vista; al extremo de estar preparado para dejarlo ir y cambiar el propio parecer. En estos momentos nos decimos: “soy flexible y me doy cuenta que las formas de ver una situación son múltiples y variadas”. Es decir también: “tengo la humildad de aprender”, a la vez expresa: “tengo la voluntad de encontrarme con el otro en terrenos que nos son comunes”, en oposición a “luchar por la victoria sobre un territorio”. Lo que en realidad buscamos es la intención de comprender al otro, y la esperanza de encontrar los significados ocultos del aprendizaje que este proceso nos trae.

La Universidad Santa María ha pasado por diversas crisis, desde el año 1968 y 69 en adelante. Cada una de ellas ha significado transformación y evolución; si buscamos aquello que nos une, si somos capaces de reconocernos como pares, cada uno con distintos intereses personales, pero con una gran meta común, podremos hacer que esta crisis de confianza, desaparezca pronto, para así comenzar a reconstruir nuestra capacidad de trabajar juntos.