lunes, 1 de junio de 2009

Bandera a media asta en la Universidad

Hace un par de días atrás, llegaba a la Universidad y al cruzar por el frontis, en una mañana despejada y fría, luminosa por un sol otoñal, diviso en el asta principal, la bandera institucional a media asta.

¿Quién se fue?, la pregunta flotó por un instante para luego dejarse ir, sin respuesta

Ayer me encuentro con un compañero quien me detalla la situación. Uno de nuestros estudiantes se ha suicidado, de una forma muy dura, casi inexplicable. Nuevamente pasamos por el dolor de una pérdida, injustificable, intolerable.

¡Qué soledad más grande la vivida por este joven en esa pensión del cerro Placeres, lejos de sus padres, lejos de sus compañeros, lejos de su realidad!, ¡cuán grande el sufrimiento y no ser capaz de ser escuchado!, ¡que terrible dolor el que impulsa a un joven a perder toda esperanza, toda fuente de alegría, toda fe en los demás para llevarlo a tan trágica decisión!, ¡cuántas señales anteriores no fueron escuchadas o vistas!

Hoy al comentarlo con mis alumnos, me responden que ellos se sienten culpables por no darse cuenta de una situación como aquella; mi respuesta es, que en estos casos, es difícil reaccionar, en su concentración por cumplir con sus compromisos académicos, no tienen tiempo para ver quien está a su lado y cuáles son sus sentires. La responsabilidad, es de todos nosotros, al no mirar con mayor atención y percibir aquellas señales, a veces perceptibles de quienes sufren, de quienes están colapsados emocionalmente, de quienes luchan por sobrevivir en un ambiente competitivo y poco solidario.

En otros países, las universidades tienen canales abiertos para escuchar y apoyar permanentemente a quienes necesitan de soporte emocional, teléfonos a los cuales siempre se puede llamar y alguien entrenado, será capaz de apoyar, guiar y orientar a los que sufren. No sería muy complejo u oneroso establecer el teléfono “la U. te escucha”, para que una situación como la anterior no se repita.